¿Por qué al fútbol femenino no lo sigue mucha gente?

La verdad es que yo no vengo a responder esa pregunta; vengo a contarte la historia de una persona. Una que ama al fútbol como vos, como yo, como todos los argentinos, o la mayoría.

Es la historia de una persona que me dijo: «Yo acomodo mis horarios y mis cosas en base al fútbol y mis entrenamientos».

Una persona que creció en las calles de Alta Gracia, una ciudad en la cual no faltan los clubes de barrio, ni las pelotas en los recreos. Yo también la entiendo; en una ciudad así, con tanta pasión por este deporte, ¿Quién no se va a enamorar?.

Pero esta persona no es como las demás. Ella jugaba en el barrio, jugaba en los recreos con «los varones». Hasta que un día llegó su primer «partidito», como me dijo ella. Allá cuando tenía 13 años, ella entró, acompañada de pequeñas altagracienses con una misma pasión, a disfrutar de su primer partido, a disfrutar el deporte que la movía, el cual ella dice que es su vida.

Pasaron muchos años, y ella seguía ahí, corriendo, entrenando, jugando y, sobre todo, soñando. Soñando con llegar a ese club, a uno con los colores celeste y negro, al Pirata Cordobés, como dicen muchos, todo esfuerzo tiene su recompensa. Y es verdad, o por lo menos en este caso. Ella luchó, se esforzó y lo logró. Sí, llegó al Belgrano de Córdoba. Esta niña, la que te conté que empezó jugando en el barrio, hoy, con 24 años, está en el club que tanto anheló.

Sabemos que el fútbol y las posibilidades de llegar a jugar en la primera de un club hoy en día no son nada fáciles, tanto para mujeres como para hombres. Pero Agus Villarreal nos demuestra algo muy importante: en el fútbol, no hay diferencias entre hombres y mujeres. Ambos viven y aman este deporte con la misma intensidad y pasión. Ambos sueñan, se esfuerzan y se sacrifican por cada oportunidad.

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